Es una sustancia viscosa y pegajosa, de color que varia del amarillo claro al negro, pasando por el verde y el marrón, fabricado por las abejas a partir de las resinas naturales.
Está constituido por la sustancia viscosa que recubre las yemas de chopos, castaños de India, robles, arces, alisos, etc. o la resina de coníferas, amalgamada, probablemente, con una secreción salival producida por las abejas.
El propóleo es transportado por las obreras bajo la forma de pequeñas y brillantes gotitas alojadas en los cestillos del polen. Según el emplazamiento, una colonia de abejas negras (apis mellifera mellifera) recolecta de 50 a 500g de propóleos al año.
Las abejas utilizan el propóleo para proteger y sellar todos las huecos, agujeros, espacios, grietas de la colmena. Como sustancia antiséptica para momificar un cuerpo extraño putrescible y que no pueden expulsar de la colmena. También emplean los propóleos para untar las celdas y en general todo el interior de la colmena, puesto que proporciona una protección bactericida y antiséptica.
Al propóleo se le atribuyen infinidad propiedades antibacterianas, antifúngico, antiviral, antioxidante, mejora del sistema inmunológico, antinflamatorio, analgésico y anestésico, cicatrizante…
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